Si queremos avanzar en nuestra recuperación de Esclerosis Múltiple u otras enfermedades auto-inmunes, es básico tener una visión global y contar con la ayuda de un buen equipo.

He pensado muchas veces: “puedo hacerlo yo solo, puedo hacerlo yo todo”. Y, aunque es cierto que es bueno que seamos autosuficientes e independientes, no somos Todopoderosos. Ni falta que hace. Además, sería muy aburrido.

Hace unos días he tenido una experiencia que me ha hecho verlo más claro aún. Mientras estuve viviendo en Panamá, estaba un día entrenando en el gimnasio e hice un mal movimiento. Me quedé literalmente “clavado”. Pensé que se me pasaría en seguida, pero estuve dos semanas sin apenas poder caminar. Echando la vista atrás, ya me había pasado un par de veces antes, siempre entrenando solo. La primera, hace unos cuatro años, mientras hacía Peso Muerto (juré no volver a hacerlo, o en su defecto, aprender a hacerlo correctamente, cosa que aún no he hecho). La segunda, hará un par de años, haciendo otro “movimiento tonto”. En ambas ocasiones me duró tan solo un par de días. Pero esta vez se alargó mucho más de lo normal…

Tomé antiinflamatorios, relajantes musculares, me hice masajes, muchas cremas… pero la cosa no evolucionó muy favorablemente. Cuando estaban finalizando los tres meses que viví allí, el dolor intenso había pasado, pero había quedado un pinzamiento constante encima del muslo derecho, y solo era capaz de caminar sin dolor durante unos veinte minutos. Volví a España, y parecía que la cosa había mejorado (aquí es todo mucho más plano y caminar resulta más sencillo). Pero seguía andando bien un máximo de veinte minutos, luego comenzaba el dolor.

Más tarde llegó la Pandemia Mundial del Covid (¡nadie lo podía esperar!), y más tarde se permitió salir una hora a hacer deporte. Entonces me di cuenta de que nada había mejorado: el dolor era muy intenso y a partir de los cincuenta minutos andando, arrastraba la pierna. Sabía que algo no andaba bien. Pero me resistía a buscar ayuda externa, los miedos comenzaron a aflorar: a ver si va a ser algo del diagnóstico de Esclerosis Múltiple. Pensaba: “seguro que me estoy poniendo peor, seguro que esto ha avanzado”. Durante unas semanas, mis miedos alcanzaron cuotas estratosféricas. Me voy a poner enfermo, no voy a poder caminar ni hacer deporte, incluso la silla de ruedas apareció por mi mente. Pero, “casualmente” (creo que no existen las casualidades), una amiga me recomendó un fisioterapeuta de confianza.

Durante la visita, vio claramente que el problema no venía del lado derecho, sino que era un reflejo del lado izquierdo. Tenía muy tocado el psoas y el piramidal, fruto de un acortamiento de los isquios y los gemelos. ¿Quién me lo podría haber dicho? ¿Cómo lo podría haber sabido? Por mucho que buscase respuestas por internet, por mucho que me diese masajes donde me dolía, el problema no veía de ahí, y solo unos ojos expertos y externos lo podían ver. Hicimos varias sesiones e incorporé unos estiramientos en mi día a día, y la cosa mejoró.

Esta experiencia, que para algunos podrá parecer insignificante, es algo que he visto repetido en multitud de ocasiones en las personas a las que acompaño en su recuperación de Esclerosis Múltiple o de otras enfermedades autoinmunes. Normalmente, todo se achaca al diagnóstico o a la enfermedad. Muchas veces, cuando estás en la consulta del doctor de medicina tradicional, cualquier malestar que reportes se va a relacionar directamente con el diagnóstico base. Lo hacen los médicos y lo hacemos nosotros. Sin pensar un poco más allá, sin pensar de muchos malestares pueden venir de gestos y movimientos repetidos en el día a día, o de maneras de pensar y actuar que puede que no sean las que más nos benefician. Es por eso que tener una visión holística es algo que creo imprescindible. 

Creo que es bueno que nosotros mismo nos comprometamos a buscar nuestra mejor salud, nuestra mejor versión. Y que le echemos todas las ganas, toda la fuerza para estar mejor. Pero muchas veces no podemos solos. Necesitamos guías, de muchos tipos. Amigos, apoyo emocional o espiritual, un fisioterapeuta, un médico, un coach de salud, un osteópata, un entrenador personal… por mencionar todos aquellos que me vienen a la mente que me han ayudado en mi camino de recuperación. 

En la medicina alopática, no se puede hablar de cura de las enfermedades crónicas. Esto es la misma concepción de las enfermedades crónicas. Es algo que “siempre vas a tener”, y el enfoque que se ha dado para su tratamiento es tomar una pastilla cada día. No reniego de la medicina tradicional, pero creo que puede representar aproximadamente un diez por ciento de la aproximación global y holística que podemos hacer a nuestra salud. Una pastilla “sola” no cura. Tenemos que ver qué “isquio” o qué “gemelo” nos ha llevado a la situación actual. Y para hacerlo, partiendo de nosotros mismos, siempre va a haber profesionales con una visión más global que nos puedan ayudar a conseguir nuestros objetivos.

Es mi mayor deseo que nos empoderemos y que seamos capaces de abrazar una versión mejorada de nosotros mismos, que se acerque a lo que siempre hemos querido y creído de nosotros mismos.

Jose Segurado

www.elijovida.com

Leave a reply